Un grupo de ratas de peso ideal fueron alimentadas con una dieta hipercalórica, hasta que cada una de ellas alcanzó el peso que la investigación había previsto. En cuarenta y cinco días llegaron al peso esperado: un 25 por ciento más del peso normal de esas cobayas. Luego fueron sometidas durante veintiún días a una dieta de adelgazamiento (hipocalórica), y volvieron a su peso normal.
A continuación se las alimentó con una nueva dieta, esta vez hipercalórica, y en catorce días (bastante menos tiempo del transcurrido en el primer engorde) las ratas volvieron al peso previsto por la investigación. Pero, al ser sometidas nuevamente a la misma dieta para adelgazar, necesitaron cuarenta y seis días (más del doble que en el periodo anterior de adelgazamiento) para volver a su peso ideal. Y esto es lo que ocurre en la mayoría de las dietas.
El hipotálamo.- Es el regulador de la ingestión de alimentos. Está situado en la base de nuestro celebro. Además tiene numerosas funciones como la de ejercer el control biológico de la tendencia a la obesidad.
Una gran parte del hipotálamo regula el apetito, y la otra el hambre, que es una necesidad física que no depende la voluntad. El apetito, sin embargo, es un deseo para ser saciado.
Cuando una persona consume menos calorías de las que el cuerpo precisa, el cuerpo, como necesita más combustible, quema las calorías de reserva. Sin embargo, el hipotálamo interpreta la dieta como si fuera hambre, y cambia el nivel de termostato para que el cuerpo se adapte a las nuevas condiciones de "escasez de comida" sin alterar demasiado su reserva de grasa. De este modo, se produce un cambio de metabolismo en el que la persona come mucho menos, pero la cantidad de grasa almacenada en el cuerpose mantiene: se pierde peso, pero prácticamente no se elimina grasa, sino músculos y agua.
En esta unidad didáctica le explicaremos los factores que pueden subir o bajar el nivel del termostato, determinando el peso de la persona.
1) Factores genéticos.
No existe un "gen de la grasa", propiamente dicho, pero se ha comprobado en innumerables investigaciones estadísticas que el padre o la madre del 70 por ciento de los obesos también lo es.
Una característica innata que puede favorecer la obesidad es la presencia de un mayor número de células adiposas, que almacenarán en su interior las grasas que consumiremos a lo largo de nuestra vida.
Existen dos tipos de obesidad:
-cuando las células grasas (adiposas) se llenan de gran cantidad de grasa (hipertrofia).
-cuando hay en el cuerpo una gran cantidad de células grasas.
También existe el tipo mixto, cuando ocurren ambas cosas. Las células adiposas se llenan de grasa o se multiplican dependiendo de nuestro tipo de alimentación durante la infancia y la adolescencia.
2) Factores psicológicos.
Desde las primeras semanas de vida, diversos factores psicológicos pueden también propiciar en el niño una tendencia a la obesidad. Dichos factores van ligados a la forma en que se lo trate, la educación alimentaria que reciba, la formación de su autoestima, su grado de identificación con la madre o el padre obeso, etc.
Continuamos analizando los factores que intervienen en la variación del nivel del termostato.
3) Factores hormonales.
El cuerpo de un hombre tiene normalmente un 15 por ciento de grasa. En la mujer, en cambio, es normal que el 23 por ciento de su peso sea grasa. La mujer posee proporcionalmente mayor cantidad de células adiposas que el hombre.
Si ambos consumen la misma cantidad de calorías, la tendencia a engordar será más acusada en la mujer que en el hombre. El hombre quema más calorías que la mujer, tanto si realiza alguna actividad física como si está en reposo, y su metabolismo necesita un suplemento calórico para el buen funcionamiento de su cuerpo.
En la fase premenstrual, el incremento de los niveles de la hormona progesterona induce a la mujer a comer más. Hay también una mayor tendencia al consumo de alimentos dulces, debido a la caída del nivel de azúcar en la sangre. Durante la ovulación, en el cuerpo de la mujer se libera, en grandes cantidades, la hormona estradiol, que tiende a disminuir la sensación de hambre. Estos datos nos demuestran que la actividad de las hormonas femeninas puede ser uno de los factores de la obesidad.
Además de las hormonas sexuales también influyen las hormonas digestivas, tiroides y otras.
4) Alimentación.
La comida es apenas una de las diferentes causas de la obesidad. Por lo tanto, cualquier dieta por sí sola no funciona.
¿Por qué comemos? Con el fin de producir suficiente energía para las diferentes funciones de nuestro cuerpo, cada una de las cuales precisa de un determinado tipo de alimento.
5) El estrés.
Cuando el cuerpo está tenso segrega más adrenalina, lo cual eleva el nivel de azúcar en la sangre. El equilibrio se rompe: el organismo produce insulina, que baja el nivel de azúcar, transformándolo en más grasa, con capacidad para atravesar la sangre y depositarse en el interior de las células. Esto aumenta la obesidad y crea un círculo vicioso: el cuerpo pide más azúcar, después produce más insulina para quemarlo.
El estrés puede provocar una necesidad compulsiva de comer alimentos azucarados, como dulces y bombones.
Cuando se come, estar tenso o angustiado es perjudicial para la salud. Antes de cualquier comida es bueno realizar un ejercicio de relajación, aunque sea breve, para que de ese modo nuestro cuerpo absorba los alimentos de una manera más equilibrada y saludable.
Es bueno para la salud: alimentarse con tranquilidad, sin pensar en ninguna clase de preocupaciones y prestar atención a los alimentos que están entrando en nuestro cuerpo. Además de esto se debe masticar por lo menos de veinte a veinticinco veces cada bocado, lo cual no sólo facilita la digestión, sino que también hace que el cerebro se sienta satisfecho con menos cantidad de comida.
6) Medicamentos.
El uso de diuréticos, laxantes y moderadores del apetito, incluidas las anfetaminas, puede ser muy peligroso, principalmente si nos automedicamos y los tomamos sin prescripción médica.
7) Actividad física.
Los ejercicios físicos queman calorías, evitando que los excesos se acumulen en nuestro cuerpo en forma de grasa. Pero es necesario que se practiquen con regularidad y continuidad. Además, es recomendable efectuar un control médico antes de cualquier programa de ejercicios.
Caminar es uno de los ejercicios mejores que existen para adelgazar.
Otros ejercicios físicos recomendables son: ir en bicicleta, nadar, bailar, barrer, jugar con los niños, cortar leña o practicar deportes.
Los masajes por sí solos no adelgazan, pero ayudan activando la circulación.
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